¡Un cielo para mis hermanos sin cobijo!
El último viaje
Déjame ver tu espalda;
tu salada espalda negra.
Acostado y jadeante
has llegado a mi casa
sin más sueños que el hambre.
Ojos de sal y miedo
desnudan la inocencia.
Listamente sube el sol
secando el harapo
Abrigando tu alma.
¡Misericordia! ¡Ayúdalo señor!
a encontrar la calma.
Aquí no hay fronteras
ni muros de espanto
Es el final del viaje.
Descansa sereno, sin llanto
Que este espacio es nuestro.
Aquel barco se hunde…
Con tus hermanos negros;
con tus hermanos blancos.
Ven pasa, es aquí dentro
lo que sin saber…llamamos cielo.
Miguel Longarini
5/10/08
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