domingo, 16 de noviembre de 2008

Entrevista al Dr en química Horacio Thomas. Investigador que descubrió una técnica para eliminar arsénico del agua.

Entrevista al Dr. Horacio Thomas

El Dr. Horacio J. Thomas Director de CINDECA ( Centro de Investigación en Ciencias Aplicadas ) de la Ciudad de La Plata; Miembro Superior del Conicet

Es uno de los prestigiosos investigadores de UNLP que descubrieron una técnica para eliminar arsénico del agua. En breve activarán el primer equipo. Dice que es una vergüenza lo que Provincia destina a Ciencia y Técnica.



Horacio Thomas está contento, y se le nota. No es para menos. En los próximos días comenzará a funcionar un equipo diseñado por investigadores de las facultades de Ciencias Naturales y de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) para eliminar arsénico del agua. El hallazgo lo dio a conocer Hoy en julio último y tuvo repercusión a nivel nacional. La técnica, que es fácil de usar y de bajo costo, purifica hasta 5.000 litros en cuatro horas.
Hasta el momento, los científicos realizaron una experiencia piloto con un prototipo. Pero ahora pondrán en marcha el primer equipo que se está terminando de construir para instalarlo en una localidad del interior bonaerense.

Thomas es doctor en Química de la Facultad de Ciencias Exactas y dirige el Centro de Investigación y Desarrollo de Ciencias Aplicadas (Cindeca), que depende de esa unidad y del Conicet. “Estoy emocionadísimo. Y la gente del grupo está muy motivada. Queremos que funcione rápido”, reconoce el investigador.

El experto tiene una larga trayectoria en la casa de altos estudios. Trabajó como profesor titular de Química hasta marzo de este año. Tras 42 años de docencia la jubilación golpeó a su puerta y ahora sólo se dedica a la ciencia. Es investigador superior del Conicet. Y piensa continuar hasta completar algunos proyectos pendientes.

-¿Después del prototipo han construido un nuevo equipo para eliminar arsénico del agua?
-Estamos armando un equipo mejor de manera que después podamos construir 100 iguales. La idea es llevarlos a diferentes lugares del país.
-¿Quién se encarga de armarlo?
-Los responsables de armarlo y de que funcione somos nosotros. Lo estamos construyendo en la Planta Piloto Multipropósito (PlaPiMu), de la que también soy director. La Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) nos otorgó los 300 mil pesos que estábamos esperando para arrancar. Con ese dinero nos comprometimos a armar, al menos, cuatro equipos. Si los números nos dan bien tal vez podríamos armar uno más. Una parte de esa suma se va a destinar para controlar que los equipos funcionen correctamente.
Al primero lo vamos a instalar en un lugar y alguien de nosotros tendrá que viajar una o dos veces por semana para entrenar a la gente que va a utilizar el equipo. Tenemos que hacer un manual de operaciones para su uso. Calculamos que va a funcionar entre 8 y 10 horas por día en la semana.
-¿Dónde van a colocar los equipos?
-En un principio, en tres localidades de la Provincia que poseen distinto contenido de arsénico en el agua. Una tiene 80, la segunda 200 y la tercera 300 pbb (partes por billón). Además son aguas diferentes. De esa manera, queremos ver cómo evoluciona el sistema: si el agua afecta a la arcilla que se utiliza para purificarla o no. Algunas tienen flúor y otras no. Algunas poseen distinta calidad de sales. Están las que tienen sólo cloruro y otras magnesio.
-¿Primero van a terminar de construir una máquina y después el resto?
-Este fin de semana o la semana próxima vamos a poner en marcha el primer equipo. Mientras esté funcionando vamos a ir construyendo los otros. Es un tanque de 1,70 metros de alto por 1,60 metros de diámetro. Es grandote. Cuando se llene de agua va a pesar 2.500 kilos.
-¿Esperaban tanta repercusión por el hallazgo?
-No lo imaginábamos. La noticia fue levantada en La Pampa, Santa Fe, Tucumán y Santiago del Estero, entre otras provincias.
-A nivel general ¿cómo ve el desarrollo de la ciencia argentina?
-Como estoy viejo puedo hablar de los últimos 45 años. En todo este tiempo ha sido fluctuante. Gracias a Dios existió el Conicet. Fue algo así como un mar de aceite que reguló los avatares. La Universidad sufrió muchísimo las idas y vueltas. Desde 1966, cuando (Juan Carlos) Onganía metió la política en las universidades eso no se arregló nunca más.
Para colmo, la UNLP fue una de las grandes casas de altos estudios montoneras. Entonces, los militares la hicieron bolsa. La destruyeron y después nunca se pudo recuperar. Lo digo en el sentido de tener un presupuesto que le permitiera florecer sola. Por eso depende del apoyo externo que tiene la gente que trabaja en ella. A pesar de todo, nuestra Universidad es la más grande del país científicamente. Es un orgullo para mí decir que soy de La Plata.
Gracias al apoyo del Conicet nuestra Facultad logró mantener un nivel de investigación excelente. Aunque la institución tuvo épocas en que fue mal dirigida. Mejoró durante la gestión de Eduardo Charreau.
En cuanto a la Provincia, me da la sensación de que la CIC está cambiando y mejorando. Es tristísimo que la Provincia le dedique 5 horas de su presupuesto a Ciencia y Técnica.
-¿Cómo es eso de las cinco horas?
-La cuenta es simple. El presupuesto de la Provincia es de 32 mil millones de pesos. Un año tiene 365 días. Supongamos que es de 36 mil millones. Esa cifra dividida 360 da como resultado 100 millones por día. El presupuesto de la CIC debe estar en los 50 millones de pesos. Es decir, mediodía de trabajo.
La Provincia tiene un 50% del producto bruto industrial y un 60% del producto bruto agropecuario. Si tomamos los parámetros en todo el país vemos que Buenos Aires se da el lujo de destinarle nada más que 5 horas de su presupuesto a Ciencia y Técnica. Es una vergüenza.
Buenos Aires tiene las universidades más importantes del país. Además, ninguna provincia tiene tanta concentración de casas de altos estudios. Yo me cansé de decirles a funcionarios bonaerenses que no pueden dedicarle tan poco a la ciencia. A ningún político le importa lo que hacemos los científicos.
-¿Es necesario una mayor vinculación entre los científicos y las industrias para llevar adelante desarrollos tecnológicos?
-En la industria dicen que los científicos no cumplimos con el tiempo. Ellos les dan más importancia a los cronogramas. No entienden que las cosas hay que hacerlas bien. También es cierto que hay colegas que no comprenden que algunas cosas hay que hacerlas rápido.
Tampoco hay incentivos para que las industrias recurran a nosotros. Pero sí vienen para que les hagamos análisis que tengan el sello del Conicet y de la UNLP. No es lo mismo presentar un estudio que tiene el escudito de la Universidad que de una empresa que no la conoce nadie.
-Como director de un centro de investigación ¿con qué dificultades tiene que lidiar?
-En este momento, una de las dificultades más grandes es el espacio. Creció el número de becarios y no tenemos lugar. Otro problema es el equipamiento. Nosotros hacemos muchas cosas gracias a proyectos de cooperación internacional. Sin ir más lejos, la doctora Lía Botto, que trabaja con nosotros en el proyecto del arsénico, viajó a Italia con un montón de muestras para poder analizarlas allá. No es justo que el país dependa de que desde afuera nos presten un equipo para poder hacer estudios.

Victoria Verza

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